Sobre este blog.

No es un blog convencional porque los posteos son correlativos de una historia total, por lo tanto si no los leen desde el primero no podrán entender el contexto.
Al la derecha están los capítulos anteriores.
Mi Esclava es el capítulo 1
El nacimiento es el capitulo 2

sábado, 30 de agosto de 2008

El nacimiento.

Ubiquémonos en el tiempo, inicio de los ochenta, 15 años, primera novia, un par de meses de noviazgo y como era normal, pensaba que era la mujer para el resto de mi vida. Típico baile de clubes de esa época para adolescentes, los dos “enamoradísimos” en la terraza y pasa “él”. Era un típico adolescente más, un poco más alto que el promedio y un peinado que ahora me recuerda a James Dean, el cuello de la camisa haciendo juego con el personaje y la misma desabotonada hasta el ombligo, el cuello forzadamente retraído hacia abajo y la boca semi fruncida. Aún en esa época la imagen resultaba grotesca y exagerada, más aún para mi que nunca fui de seguir modas. Los ojos de “mi futura mujer” lo siguieron desde que entró hasta que se perdió en la multitud, no dije nada, pero cuando luego de un rato seguía tratando de seguirlo el instinto me ganó.
-Bueno, ya está, podés dejar de mirarlo.
-¿A quien?. dijo ella.
-Nada, nada…. Dejalo ahí.
Pasó un rato, sus amigas y mis amigos llegaron al lugar y ella estaba muy lejana, prestaba más atención al grupo que a mi por lo que le dije que iba a tomar una cerveza a la barra y luego la buscaba. Debo haber tardado una media hora, tiempo que parece ser que fue suficiente para que al volver la encuentre a ella besandolo.
No recuerdo muy bien la vorágine de pensamientos que cruzaron mi cabeza en ese momento pero se que fueron desde la violencia a la lástima, pero ninguno se concretó, solamente me fui sin decir una palabra y sin que noten que los ví.
Ese día perdí la inocencia, ese día entendí que la mujer por el solo hecho de ser mujer no es confiable, aprendí que el amor no necesariamente es correspondido y aprendí que una pareja puede volverse un bien difícil de cuidar y mantener. Además me dí cuenta que lo físico es importante y que la inteligencia puede no serlo. Aprendí cosas para las cuales era demasiado chico y las aprendí de un golpe.

viernes, 29 de agosto de 2008

Mi esclava (parte 10)

Finalmente se había ido, y una angustia terrible me embargaba, a la vez un estado de excitación también rondaba mi cabeza.
Por un lado la había perdido, mi esclava, la única mujer en mi vida con la que había realizado todas las fantasías que tenía en el momento que yo quería. Por el otro, todo un abanico de posibilidades se abría frente a mí, la posibilidad de conocer una buena mujer con la que pudiera formar una familia, con la que pudiera ser feliz y envejecer tranquilo. Me convencí de que lo que necesitaba era esto último, que lo anterior como experiencia había estado muy bueno pero que tenía que terminar alguna vez.
Me corrijo, no me convencí….. solo traté de hacerlo.
Me quedé allí sentando pensando. Pensando en como encaminaría mi vida de ahora en adelante, cual sería el próximo paso a dar y nada surgía, nada…
No se cuantas copas de vino me serví hasta que mis ideas comenzaron a distorsionarse y los recuerdos perdieron hilo y continuidad, estaba demasiado cansado como para ir a la pieza pensaba pero no era cierto, no quería entrar porque cada estante vacío me la recordaría, porque sabía que se había llevado seguramente su foto y no podía afrontar eso todavía, al menos no es este estado. Me dormí sentado en el sillón.
Por la mañana me despertó la claridad del sol en la cara y la incomodidad de mi posición, miré el reloj, las ocho, demasiado tarde para ir a trabajar, no estaba de ánimos tampoco, era un jueves por lo que llamé avisando de mi ausencia ese día y el siguiente para disponer del fin de semana, esos cuatro días tendrían que alcanzarme para acomodar mi cabeza, al menos como para volverme una persona funcional de nuevo.
Cuando corté el teléfono sentí un alivio inmenso, no estaba dispuesto a ver ni oír a nadie ese día por lo que apagué el celular, bajé la campanilla del teléfono fijo y desconecté el portero eléctrico. Me preparé los mates, tomé papel y lápiz y me dispuse a planificar el resto de mi vida.
Escribí. “Planificación de vida”, el título me robó una sonrisa, y en ese momento me dí cuenta de cuanto tiempo había pasado desde la última vez que lo había hecho, ni siquiera podía recordarlo.
Luego comencé con una lista de preguntas para orientarme.
*¿Cómo llegué a esto?
* ¿Cómo manejo el presente?
*¿Qué deseo para el futuro?
Alejé el papel de mis ojos y noté que no tenía la más mínima idea de ninguna de las tres respuestas, lo cual volvía la planificación en este punto imposible, tendría que usar otro método.
Dejé esa hoja de lado por el momento, y pensé en escribir un relato de los últimos acontecimientos que tuviera en la cabeza para ver si eso me ayudaba con la primera pregunta, el resultado después de un par de horas fue lo que acaban de leer hasta ahora.
Al finalizarlo lo releí y me dí cuenta de que la clave sobre como llegué a esto estaba en los primeros renglones.
“Yo era un pirata viejo tratando de encontrar algo que renueve mi entusiasmo por el sexo, cansado de situaciones idénticas con distintas personas y de buscar parejas y no toparme con nada realmente bueno.”
Escribí las palabras que me parecieron claves.
Pirata viejo
Renovar entusiasmo
Nada realmente bueno.
Trate de hilvanar la ecuación. Y una nueva frase cruzó mi cabeza.
“ La ignorancia es una bendición”. La escribí a continuación.
¿Porqué me había descrito a mi mismo como un pirata viejo?. Anoté
Promiscuo
Experimentado
Perspicaz
Viejo
Otra vez a hilvanar las cosas.
Consideraba y aún considero que el número de mujeres que pasaron por mi cama era demasiado, un amigo me dijo una vez, “Te acostaste con demasiadas mujeres el día que ya no puedas recordarlas a todas”, eso me había pasado a los 25 años. A mis 32 las cosas eran aún peor. Pero la pregunta era: ¿Porqué me definía a mi mismo como un pirata?. Bueno, eso era fácil, hacía ya muchos años que mi búsqueda era la de sexo y no la de una pareja, pero ¿como fue que esto empezó?.

jueves, 28 de agosto de 2008

Mi esclava. (Parte 9)

Analicé la pareja desde los inicios y siempre estuvo regida por esta encima. Al principio era la noche, el alcohol, el sexo prohibido, para los dos por la diferencia de edad, más de 15 años, luego fueron las peleas, más tarde las vejaciones y finalmente no nos quedó nada, solo quedaba moverse en busca de experiencias nuevas. El problema ahora era mi propio futuro, al menos era lo que me preocupaba a mi, el de ella sería de ahora en más su problema. ¿Era yo también ahora un adicto a la adrenalina o no?. Lo único que tenía en claro es que mi idea del bien y el mal era lo que me había hecho abandonar la situación y por lo tanto perderla, aún no podía decidir si eso era bueno o malo para mi.
Toda mi vida había tenido el proyecto de tener una familia, con hijos y no creo que ese entorno posibilitara eso por lo que tenía que elegir, tratar de detenerla y seguir evolucionando en esa relación con un futuro difícil de manejar o calmarme, dejarla ir y buscar lo que siempre había buscado……
La realidad es que mientras pensaba esas cosas recordaba las situaciones violentas del pasado y me generaban la misma excitación que al principio, volvió la erección y la cabeza a mil por hora y pense… ¿Por qué no?.
Me saqué toda la ropa allí en el comedor y entré al dormitorio desnudo, ella me miró con esa cara de sorpresa de la primera vez y dijo.
-¿Qué hacés?.
-Sabés perfectamente que hago. Contesté. Sacate la ropa.
- No me toques. Grito. Ya no soy tuya, te dije que me iba, no me toques!!!!!!
De una bofetada la tiré en la cama y salté sobre ella, comencé a arrancarle la remera que se rompió por los tirones, fui sacando los pedazos mientras ella seguía gritando que no, que no la tocara que ya no era su dueño, le conteste gritando que lo considerara una despedida y estallo en llanto, no era el llanto de antes, era una mezcla de llanto y gritos de no. Tenía puesto un vaquero lo cual no sería fácil de sacar sin su consentimiento, cuando lo desabroché y tiré hacia abajo lo sujetó con ambas manos, le dí otra cachetada y soltó, se tapó la cara con las manos llorando aún más fuerte. Logré bajarlo hasta las rodillas y se trabó ahí por lo que le levanté ambas piernas y apoyé mi pecho sobre el pantalón que unía ambas piernas para evitar que pudiera bajarlas….. Y una vez más la penetré por la cola, gritó como nunca antes, tanto que tuve que taparle la boca esta vez no por deseo sino por necesidad, me di cuenta que nunca antes había usado esa posición y que permitía la mayor penetración posible, la violé con la mayor fuerza posible apretandole muy fuerte los pechos y estrangulandola cuando se resistía demasiado o trataba de empujarme con las piernas. Cuando terminé me quedé adentro moviendo el pene en círculos para disfrutar de las sensaciones residuales del orgasmo, no lo voy a negar, fue la mejor vez de todas. Ella seguía tratando de gritar pero ya más despacio…. Retiré el pene y le solté la boca, repetía continuamente:
-Te dije que no…. Te dije que no….
Puso sus manos en la pelvis como expresando dolor y se colocó en posición fetal llorando y repitiendo lo mismo. Mirando esa imagen me vestí y me fui al comedor.
Media hora después yo estaba tomando mi tercer vaso de vino cuando ella salió de la pieza con el rostro aún acongojado y los ojos enrojecidos, llevaba un bolso en el hombro y otro en la mano, la miré, no podría saber cual era la expresión de mi rostro, me miró fijo y tiró las llaves de casa al piso, y salió sin decir una palabra. Lo reconozco, no entendí en ese momento que pasaba por su mente.

Mi esclava. (Parte 8)

Durante los cuatro meses siguientes las cosas fueron idénticas, idas y venidas momentos buenos y violencia alternando hasta dos ciclos semanales, las perversiones que desarrollé también fueron evolucionando pero más o menos dentro de lo mismo de la primera semana, solo que ya nunca volví a creer que ella pudiera ser buena por lo que los buenos momentos me irritaban ya que solo demoraban el retorno de la esclava, ya no era solo ella la que generaba la discordia, cuando pasaban más de tres días de buenos tratos yo generaba la discusión totalmente a propósito. Era una buena época, podía quedarme hasta cualquier hora tomando cervezas con amigos y apagaba el celular, al retornar, sus planteos generaban exactamente lo que yo deseaba…. Sexo salvaje.
Todo evolucionaba, pero a su vez perdía sabor, ya era normal y no pensaba todo el tiempo en eso, de hecho llegó un momento en que prefería ir al cine que violarla, yo ya me había calmado pero mantenía la situación así para evitar sus ataques, pero comenzaron a espaciarse. Estaba perdiendo interés en la situación, no importa lo especial que sea algo, si sucede todo el tiempo se vuelve rutinario.
A los seis meses de la primera vez ya la maltrataba una vez por semana, a veces menos, el resto de las veces teníamos sexo normal, y en realidad no nacían ya de una pelea sino de mi propio deseo. Por ejemplo una vez llegué del trabajo con la idea de maltratarla, hacía más o menos 10 días que no pasaba, ella estaba con una remera y una tanga lavando los platos, se dio vuelta para saludarme, la tomé de un brazo y la puse de espaldas, bajé la tanga…. Ella no decía una palabra, me desabroche el pantalón y la penetré por la cola como siempre…. Solo unos quejidos, ningún llanto, acabé, la saqué me abroche el pantalón mientras ella se subía la tanga, pusimos la pava y empezamos a tomar mates y charlar sobre el día…. Era increíble pero era normal para ambos.
No sabría decir exactamente cuando pero un día dejé de hacerlo, nos volvimos normales, salíamos, charlábamos, y teníamos relaciones normales, por momentos mejores otras veces no tanto, como todo el mundo.
Una tarde ella llegó después que yo a casa, yo miraba televisión, me saludó y dijo.
-Tengo que hablar con vos.
-¿Qué pasa? pregunté
-Me voy. Dijo. Solo eso, no acotó nada más y se levantó de la cama.
-Bueno. Contesté. No necesitaba saber el porqué, en realidad lo sabía.
Comenzó a juntar su ropa, yo esperé en el living tomando una copa de vino y tratando de darme cuenta si eso me afectaba o no, y si ella sabía lo que estaba haciendo.
Por momentos pensé que no había podido superar nuestra época violenta pero no podría ser eso porque este último mes había notado en ella una decadencia en el interés por la pareja, no me trataba mal, solo la veía desganada. Por eso fue que lo entendí, era la falta de adrenalina lo que la hacía irse, y fue la adrenalina generada por las situaciones de violencia lo que la mantenía a mi lado, era una adicta y sin ella no podía vivir.

Mi esclava. (Parte 7)

Cuando me despierto a las 9 hs, ella ya no estaba en la cama, salgo de la pieza y la veo, con una remera larga ordenando la casa, mas bien solamente cambiaba cosas de lugar con una expresión hosca en el rostro…. Conocía esa cara. Y una sensación de odio me envolvió de nuevo, sabía exactamente lo que se venía y la odie por no ser lo que a la noche me mostró que podía ser…. Creo que lo que más me enojó fue el dolor de saber que esa persona a la que podía llegar a amar no existía más que de a ratos.
-¿Que te pasa?
-Nada… que me va a pasar… otro sábado a la noche sin que salgamos a ningún lado.
-¿Te parece que no la pasamos bien anoche?. Le pregunté
-¿No te das cuenta que me siento una vieja de mierda encerrada siempre acá?
-Si no te gusta estar con un viejo andáte y listo.(manipulación en progreso)
-Ya te dije que no me voy.
-Entonces callate y dejame de romper las pelotas.
-No me callo un carajo.
Apreté los dientes muy fuerte y mirandola a los ojos le dije.
-Metete en la pieza hija de mil putas que esta vez te curo para siempre.
Negó con la cabeza mientras caminaba para atrás hasta el rincón del comedor y se sentaba en el piso, caminé hacia ella despacio mirando sus ojos que se estaban llenando de lágrimas, pero era inútil, la piedad ya no existía en mi, la erección ya había comenzado y esto ya no tenía ni límite ni vuelta atrás.
Como cada vez anterior iba probando nuevas técnicas de tortura, la primera fue dolor físico, la segunda denigrarla, la tercera desvalorizarla, esta vez fue mostrarle cuanto disfrutaba de su dolor y el sarcasmo.
La tomé por los pelos de la nuca y la levanté, con sus manos sujetaba la mía tratando de evitar el tirón mientras me decía.
-Está bien…. Esta bien…. Pará. Ya había aceptado lo que iba a pasar pero trataba de minimizar la violencia.
Puse mi otra mano en su cuello apretando no muy fuerte y le dije al oido.
-Ahora te vas a quedar bien calladita y vas a hacer lo que te digo sin chistar…. Si te revelas te destrozo a puñetes. Asintió con la cabeza tras un sollozo.
Dirigiendola de los pelos a la mesa y recostándola sobre ella y me dijo entre llantos.
-No… por favor en la mesa no….
Era normal, la posición de la mesa volvía la penetración mucho más profunda que acostada en la cama y al no poder evitar la violación al menos trataba de minimizarla.
La levanté de un tirón y volví a tomarla del cuello pero esta vez con fuerza y le pregunté otra vez al oido.
-¿Qué mierda te dije?
No dijo nada, solo cerro los ojos mientras hacía pucheros.
Volví a bajarla sobre la mesa, la solté y de indiqué que no se moviera, fui al armario y tomé la soga, le até las manos…. Ella dio vuelta la cabeza mirando para el otro lado pero no se resistió a que la ate.
La coloqué en diagonal a la mesa, es decir que la punta de la mesa quedara en su pelvis mientras até la otra punta de soga a la pata opuesta. No tuve necesidad de sacarle nada ya que no llevaba ropa interior, solo me limité a levantarle la remera dejando a la vista sus pechos.
Con otros dos pedazos de soga até sus tobillos a las patas restantes de la mesa haciendo que todo el peso de su cuerpo reposara sobre la mesa y su cola quedara asomando extremadamente hacia fuera.
Comenzó a llorar mas fuerte por lo que tomé un repasador y se lo metí en la boca, con otro se lo até. Me saqué la ropa sin prisa disfrutando de lo que veía, finalmente la penetré analmente y empecé a moverme, tranquilo, sin apuro, disfrutando de las sensaciones y de sus intentos frustrados por tratar de gritar, le dije.
-Tomatelo con calma que esto va para largo. Y continué el movimiento.
De a ratos le apretaba la cola o los pechos, pero mayormente la tomaba de la cintura para ayudarme a moverme. Esta vez no fue tan violento ni tan largo como antes, no había motivos para tratar de estirarlo porque no pensaba soltarla cuando terminara.
Fue algo de 15 o 20 minutos hasta la eyaculación, cuando eso pasó, se la saqué y me fui a la cocina, abrí una lata de cerveza y me senté en el sofá mirandola desde atrás mientras bebía la cerveza, trataba de girar la cabeza para ver que estaba haciendo yo pero no lograba llegar, se me escapó una sonrisa le dije.
-Estoy descansando, no te preocupes que en un rato sigo.
Trató en vano de decir algo.
Puse música y prendí un cigarrillo, me dediqué a disfrutar de lo que veía, la imagen era dantesca la posición favorecía terriblemente las virtudes de su cuerpo, no podía retirar la vista del ano semi dilatado y enrojecido. Terminé la cerveza y el cigarrillo, comenzaba a tener una erección nuevamente, no pude evitar sorprenderme, hacía años que no tenía un ritmo sexual tan alto. Comencé de nuevo sin prestar atención a sus intentos de gritar, me desentendí totalmente de ella como persona, hice lo mío como su fuera un objeto, ni trataba de lastimarla ni me preocupaba si eso pasaba, solo me importaban mis sensaciones, fue muy largo, algo más de media hora después estaba totalmente transpirado y con la boca seca, me fui a la cocina a buscar otra cerveza, volví y la penetré otra vez por la cola mientras tomaba la cerveza, solo paraba de moverme de a ratos para tomar un trago, en total duró cerca de una hora hasta que terminé, lo extraño es que no recuerdo casi ruidos de parte de ella en todo el tiempo, realmente no se si los hizo y la música los tapó, si no los hizo o si simplemente no los recuerdo.
Solo le desaté las manos, la dejé para que se encargara ella de lo demás, busqué otra cerveza y me fui al baño, llené la bañera y me quedé allí hasta que me dormí.

Mi esclava. (Parte 6)


Comimos y comenzamos a charlar sobre pavadas parecía de nuevo que nada hubiera pasado, si no fuera por sus ojos hinchados por el llanto y su voz disfónica por los gritos no podría haber estado seguro que lo de un rato antes hubiera pasado en realidad o si era una alucinación pero en realidad algo muy importante había cambiado, yo me sentía su dueño y sentía que podía hacer de ella lo que quisiera cuado quisiera…. Era un gran cambio.
Cuando terminamos de comer sentí ganas de ejercer mi nuevo poder pero en realidad ya no sentía deseos de maltratarla o de que sufra, solo de ordenarle cosas, era el segundo gran cambio… Odiaba a la persona que había tenido al lado estos meses pero me estaba enamorando de la esclava, pero si me encariñaba con ella ya no podría usarla de la manera que lo hacía antes, eso podría volverse un dilema, o ¿podría ser que me estuviera ella manipulando a mi? .
Ese día fuimos a pasear, helado y cine como cualquier pareja normal, de hecho charlamos de proyectos a futuro con lo hacíamos antes, todo normal y todo bien. Al llegar a casa cenamos y tomé vino, ideas sexuales comenzaron a surcar mi cabeza pero no violentas sino más bien románticas, le dije que se acerque y comencé a besarla…. Fue instantáneo, se subió encima mío y respondió a mis besos con salvajismo, quitándome la ropa a tirones mientras yo hacía lo mismo con la suya. Hicimos el amor allí mismo sobre la mesa, tuvo 6 o 7 orgasmos, después de cada uno ella paraba y me practicaba sexo oral por unos momentos, luego yo a ella y volvíamos a empezar en otra posición, nunca habíamos tenido tan buen sexo en los meses de estar juntos, quedamos exhaustos y bañados en sudor. Nos duchamos juntos enjabonándonos mutuamente y acariciándonos, fuimos a la cama con dos copas de vino y nos quedamos largo rato sentados uno sobre el otro hablando de lo hermoso que había sido… volvía a querer a la mujer y desaparecía la esclava… pero en esos momentos no la extrañaba, todo podía estar bien así también…. Y nos dormimos.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Mi esclava. (Parte 5)

Pocos minutos pasaron hasta que apareció en la habitación, aún semidesnuda con el equipo de mate, se sentó en la cama y me cebó uno, yo lo recibí sin mirarla, como pendiente de la televisión. Lo extraño del caso es que nunca hacía eso si no se lo pedía y casi nunca me dejaba mirar la televisión alegando que se aburría, era muy común esa frase en ella, casi parecía que el maltrato la volvía buena pareja. Yo ni siquiera sabía que estaba mirando, mi mente solo fantaseaba con lo próximo que le haría y volvió la erección, estaba desnudo y se que ella lo notó pero no dijo nada, entonces la miré y le dije.
-Se paró, ocupate.
Si decir nada dejó la pava y comenzó a chuparla de nuevo, pero los dos sabíamos que esta vez no sería suficiente, luego de unos minutos, cuando ya la erección era total le dije.
-Ya sabés lo que tenés que hacer. Sinceramente no creí que lo hiciera por las buenas, pensé que iba a tratar de discutirlo o pedirme que no pero me equivoqué, de dio vuelta en la cama colocándose boca abajo y se bajó la bombacha hasta la mitad del muslo, con sus manos apretó la almohada y la mordió. Me enloqueció ese tipo de sumisión, sentía que estaba en el paraíso, que aceptara así sin mediar palabra algo que ella misma sabía que iba a ser muy doloroso, no solo por la falta de suavidad de mi parte sino por las lastimaduras que quedarían de la noche anterior. Esta vez aplicaría otra técnica más, además de la violencia usaría el desprecio.
Me subí sobre ella y la penetre de un golpe , mis manos apoyadas en la cama a los lados evitando que mi cuerpo la tocara, demostrándole que solo su culo me interesaba y nada más, no le toqué ni los pechos ni nada, solo los glúteos para separarlos y permitirme penetrar más profundo. Sus gritos eran muy fuertes pero se encargaba de ahogarlos en la almohada.
Resistía el dolor, resistía el desprecio, solo quedaba ver si lo resistía por mucho tiempo.
Yo había tenido un orgasmo hacía pocos minutos y esa situación por más que seguía excitandome terriblemente ya no me hacía perder el control por lo que sabía que podía durar lo que quisiera. Lo traté como una sesión de gimnasia, los movimientos fuertes y calculados, los ritmos diseñados para generar el mayor dolor pero sin cansarme demasiado, miré el reloj que marcaba las 9:20.
Quince minutos más tarde ya comenzaba a transpirar profusamente y ella levantó la cabeza y me gritó:
-Terminá por favor…. No aguanto más…
No dije nada, solo le empuje la cabeza contra la almohada para que se calle y ella volvió a morderla y siguió gritando apagadamente.
Quince minutos más, yo ya cuidaba mi respiración para evitar agitarme, el ritmo no había cambiado nada desde el inicio, sus gritos ya ella un sollozo con una pequeña queja en cada empuje, sus manos apretaban muy fuerte las sabanas totalmente revueltas, más, pensé, hace falta más.
A los 50 minutos ella solo lloraba, era independiente de mis empujes o de lo que yo hiciera, era un llanto parejo y yo ya no daba más, estaba realmente agotado y casi no sentía nada en el pene, no se si se había dilatado demasiado o el cansancio me quitaba sensibilidad, consideré que ya era suficiente, apuré el ritmo y terminé prácticamente al instante. Me levanté y me fui a bañar, estaba empapado en sudor y esta vez no había rastros de sangre.
Para cuando salí del baño ella estaba en la cocina, sentí ruidos ahí, me vestí y fui para allá, estaba cocinando, no lo podía entender, sé que no tiene lógica pero peor la trataba, más abusaba de ella y mejor pareja se volvía… Una idea alocada cruzó mi cabeza, ¿sería posible que siempre hubiera tenido a la mujer ideal a mi lado y no hubiera sabido como manejarla?. Quizás todos los conceptos sobre ser bueno para que sean bueno contigo eran un error, quizás no funciona así y yo pueda tener todo, el sexo que todo hombre sueña y una mujer que lo atienda…. ¿sería eso posible? ¿Sería eso real?... No lo sabía pero pensaba disfrutar de todo lo que pudiera mientras pudiera.

Mi esclava. (Parte 4)

La culpa había desaparecido, el cariño también, la culpaba a ella por estar inmerso en esa situación enferma que sacaba lo peor de mi, por estar perdiendo el tiempo en eso en vez de buscar alguien que realmente pueda hacerme feliz, lo único que me servía de ella era eso, violarla, maltratarla, unos minutos nada más.
La idea de que estaba enfermo comenzó a darme vueltas por la cabeza, esta persona no soy yo me repetía mentalmente, pero la verdad es que en el fondo me gustaba serlo, me gustaba ser esa persona, o mejor dicho disfrutaba las cosas que esa persona era capáz de hacer. Fue en ese momento que me solté y me di cuenta de la realidad, ella no iba a irse hasta que la situación fuera insoportable y yo no iba a detenerme hasta que ella no se fuera… Necesitaba que se fuera para volver a sentirme buena persona y la mala persona en mí necesitaba más. Decidí entonces liberar a “Mister Hide”, solo el podía librarme de ella y sin ella tampoco existiría él. Pasé el resto de la noche planeando como manejar la situación, cada frase y cada posible reacción para lograr lo que quería, transformarla en mi esclava sexual y no sabía muy bien como pero tenía que lograrlo o lograr que se fuera.
Cuando me desperté puse en marcha lo planeado, la desperté y le dije:
_Vení a la cocina que tenemos que hablar.
Y salí de la habitación.
Ella sabía lo que estaba por pasar, sabía que iba a pedirle que se fuera y trató de comprar su perdón de la única manera que sabía, con erotismo. Llegó a la cocina solamente con la tanga y sus pechos desnudos, esos pechos enormes que siempre me habían encantado, era exactamente lo esperado, era lo que buscaba, la entrega total.
Se lo dije sin rodeos, sabía su respuesta.
-Esto no puede seguir, te tenés que ir o vamos a terminar mal.
- Noooo… dijo perdoname, no lo voy a hacer más. Contestó y trató de abrazarma, la separé.
- Ya no te creo, estamos dos días bien y volvés con las mismas pelotudeces…. Te vas y punto. Lo cual no era mi intención sino solo un elemento de presión porque todavía no se había quebrado al punto que yo necesitaba.
Se arrodillo y me abrazo de las piernas llorando y casi gritando.
-Noooo por favor no me hagas esto!!!!!.
- Yo no puedo vivir más con vos, sufro todo el día y ni siquiera puedo seguir adelante con mi vida porque vos seguís metida en ella.
Yo de acá no me voy. Gritó llorando y ese era precisamente el punto al que quería llegar y solté mi frase final.
- Si vas a quedarte acá arruinandome la vida por lo menos voy a recibir placer por eso le dije, me miró con cara de confundida, como sin saber que era lo que le estaba pidiendo, en ese momento comencé a desabrocharme el pantalón mientras nos mirábamos a los
ojos, no cambió su expresión pero comenzaron a salir lágrimas de sus ojos. Esta vez el tema no era dolor sino sumisión y maltrato, esta vez la herida sería a su orgullo y no a su cuerpo, era lo necesario para poder manejar la situación para lo que vendría.
La tomé firmemente de del pelo por detrás de la cabeza y la retiré un poco hacia atrás, cerró los ojos y comenzó a abrir la boca, era el signo que faltaba, estaba aceptando la situación. Le coloqué el pene en la boca y la empuje hacia adentro con fuerza, pude sentir le fondo de su garganta y la arcada. Trató de usar sus manos para frenar los empujes pero la empujé más fuerte mientras le decía que saque las manos, que no me haga enojar…. Y lo hizo. Por un rato seguimos así hasta que le indiqué que siguiera sola, sollozando de a ratos pero lo hacía, y lo hacía bien. El instinto me pedía sodomizarla de nuevo pero esta vez tenía que ser paciente, tenía que manejar las cosas con cuidado si quería obtener más de ella, ya no quería que se fuera, quería que se quedara por siempre cumpliendo con todos mis deseos y eso requería de un planeamiento cuidadoso.
Después de un rato la llevé hasta el sofá y me saqué el pantalón por completo, prendí un cigarrillo mientras ella seguí haciendo lo suyo, por primera vez no me preocupaba que parara tenía todo el tiempo del mundo para disfrutar y lo hice. Cuando finalmente sentí que el orgasmo estaba por llegar estaba por decirle que no fuera a salir pero preferí ver su reacción, nunca había terminado en su boca hasta ese momento y solo me limité a tomarla del pelo pero suavemente. Llegó el orgasmo, mi mano estaba lista para evitar que sacara la cabeza pero no hizo falta, no se movió, solo un sonido quejoso de su boca cerrada sobre mi miembro y nada más. Finalmente cuando se lo indiqué se lo sacó de la boca con cuidado de no derramar nada y llevó su mano a la misma como para evitar que se le saliera, trató de pararse, posiblemente en busca de un lugar en donde escupir pero mi frase la detuvo.
-Tragalo, le dije mirándola muy serio.
La expresión de su rostro fue de suplica pero cuando se lo repetí en tono más fuerte solo cerró los ojos y tragó. Una arcada suave primero una un poco más fuerte después y se calmó…. Todo había pasado. Si decir una palabra me fui a la pieza a mirar televisión.
Seguía excitado, quería más pero había que esperar un poco, había que ver cual era su próximo movimiento y reaccionar en consecuencia.

Mi esclava. (Parte 3)

Si es la primera vez que entra a este Blog primero lea:

Mi esclava. (Parte 1)
Mi esclava. (Parte 2)
O el relato perderá sentido.
Se metió bajo las sábanas me abrazó por la espalda y los dos quedamos dormidos casi al instante.
Al día siguiente me desperté muy temprano, era sábado y ella aún dormía fui a la cocina, preparé los mates y me quedé allí parado… esperando. Cuando finalmente sentí que se levantaba el corazón me palpitaba muy fuerte, no sabía que iba a pasar. Ella salió de la cocina, me dio un beso en la boca y se cebó un mate…. Parecía ser que nada hubiera pasado, no lo entendía pero era mucho mejor así, no volvimos a hablar del tema de la separación nunca más.
Ese fin de semana fue hermoso, como los del principio de la relación, paseamos y tuvimos un sexo espectacular, la semana siguiente estuvo muy tranquila también, casi empezaba a pensar que ese suceso había arreglado todos nuestro problemas. Cada vez que teníamos sexo yo usaba en mi mente el recuerdo de esa noche para excitarme, y daba un resultado espectacular.
Pero el viernes llego y cuando volví de trabajar comenzó un planteo sobre salir, irnos de vacaciones y estar más con ella, le expliqué que de momento parte de esas cosas no eran posible, que las obligaciones, etc. Comenzaron los gritos de nuevo…. Todo volvía a empezar.
Cuando la situación estaba en su peor momento le grité:
-Cortala porque sabés lo que termina pasando!!!!!!!!!!!
_No me amenaces idiota. Me contestó acercado su cara a la mía hasta tocar las narices.
_ Vos te lo buscaste. Contesté
La tome de los pelos y se tiró al piso, posiblemente para evitar que la pusiera sobre la mesa de nuevo, literalmente la arrastré de los pelos hasta la pieza y la tiré sobre la cama boca debajo de nuevo, esta vez si sabía lo que iba a pasar, se dio vuelta y me gritaba que no lo hiciera de nuevo mientras yo me sacaba los pantalones, cuando termino de sacarlos la miro, estaba erecto igual que la otra vez.
Esta vez era conciente de lo que hacía, quería hacerlo pero necesitaba aliviar mi conciencia.
_Si te calmás y dejas de gritar esto no pasa, es tu elección. Le dije
_No me calmo una mierda hijo de puta!!!! .
Me tiré sobre ella y la di vuelta, comencé a bajarle las calzas y cuando quiso darse vuelta de nuevo la golpee con la mano abierta en la cabeza, comenzó a llorar, no por el golpe porque no fue fuerte, sino por lo inevitable ya de la situación. Se quedó quieta. Tapándose la cara son las manos.
Pase mis brazos bajo los de ella y le tapé la boca apretando su cabeza contra mi pecho, estaba inmovilizada y ya no podía gritar, en ese momento me sentí omnipotente, ella no podía moverse ni gritar, y yo podía hacer de ella lo que quisiera…. La penetré con fuerza por la cola de nuevo, gritó pero el grito se ahogó en mi mano, esta vez no había culpa, se lo había avisado, esta vez no temía las consecuencias porque sabía que ella no haría nada, esta vez sentía que ella lo había buscado, esta vez podía disfrutar…. Esas fueron las excusas que use para justificarme.
La excitación era la misma que la de la primera vez, pero no quería terminar tan rápido, quería disfrutarlo, cada golpe de mi pelvis trataba de llegar lo más adentro posible y lo más fuerte que podía pero paraba un segundo antes de golpear de nuevo para evitar así mi orgasmo. Mientras la mano izquierda tapaba la boca, la derecha le abría el glúteo para penetrarla más profundamente, de a ratos le tocaba el pecho que asomaba por el costado y luego volvía al glúteo. El reloj en la mesa de luz me mostraba el tiempo, no hubiera podido medirlo sin él, todo era muy efusivo y fuerte, segundos podían parecer horas en esa situación. Diez minutos ya…. Sus gritos ahogados sonaban más suaves, como disfónicos. Quince minutos… ya no eran gritos sino más bien sollozos… el movimiento seguía como al comenzar, golpes fuertes pero espaciados, quizás más espaciados que al principio. Ya estaba entregada, cansada, ya no forcejeaba y apenas si jadeaba, me pareció suficiente y simplemente me liberé… terminé.
Me dí vuelta en la cama y la miré… solo cerró los ojos y se durmió, yo esa noche no pude dormir bien… ya no me alcanzaba lo que estaba pasando… necesitaba más.

martes, 26 de agosto de 2008

Mi esclava. (Parte 2)

Si no leyo el post anterios no podrá entender el contexto y perderá la idea.
La sujeté muy fuerte del cuello cortando su respiración, nunca voy a olvidar sus ojos en ese momento…. Los abrió muy grandes con una expresión que mostraba sorpresa y pánico, sus pies quedaron solo apoyados en el piso por la punta de los dedos y de un golpe le saqué el cuchillo de la mano; la miré a los ojos y le dije:
_No hace falta que te lastimes sola…. Dejame a mi.
La tire sobre la mesa boca abajo, con la mano izquierda le apretaba muy fuerte el cuello para mantenerla en esa posición, con la derecha me quité la toalla que era lo único que vestía en ese momento, ella no emitía ningún sonido, creo que no pensaba que realmente fuera a pasar lo que pasó.
Le bajé la bombacha de un tirón muy fuerte, casi no podía reconocer mi pene de la erección que tenía, lo acomodé en la entrada del ano y la metí de un golpe, su grito fue desgarrador pero casi instantáneamente se cortó ahogado en un sollozo, la retiré casi en su totalidad y volví a golpear…. Otro grito… con la mano derecha le apretaba el pecho lo más fuerte que podía, estoy seguro que estaba tratando de lastimarla.
Fue rápido… fue corto, pero muy violento, la situación no debe haber durando más de cuatro o cinco minutos.
Mientras ella gritaba yo le decía que se calle o era peor y cuando quería hablar la sacaba entera y se la metía de un golpe, también recuerdo que le dije “querías lastimarte, ahora estás lastimada hija de puta”.
Cuando acabé mi cabeza seguía a mil por hora, me corrí hacia atrás y la solté para ver su reacción, noté que había sangre en mi pene, poca pero había, se dejó caer al piso y quedó llorando en posición fetal. Todo me vino de golpe a la mente en ese momento, aún no podía creer que hubiera hecho eso, me odié y temí por las consecuencias, creo que también sentí vergüenza de lo que era como persona, no podía pensar, me fui a la habitación y me senté en la cama. Pensá…. Pensá que haces ahora…. Nada…. No coordinaba una idea…. Pasaban los minutos y nada… solo el recuerdo de lo que pasó y esa maldita erección que se negaba a irse, me tapé y me puse de espaldas a la puerta.
Debe haber pasado una hora, no podía conciliar el sueño y no escuchaba ningún ruido en la cocina… ¿estará bien?...¿estará viva?. Mientras esos pensamientos cruzaban mi mente y mi cuerpo se negaba a tomar acción alguna se abrió la puerta, solo escuché el ruido de las bisagras… ¿tendrá otra vez el cuchillo en la mano?... quizás sea mejor así…. Lo merezco… no pienso resistirme.

Mi esclava. (Parte 1)

Esta es la primera historia que voy a contar y les aclaro que es la más fuerte. Llevará varios posteos totalizarla.

Nada, pero nada en este mundo me resultó más excitante que el odio.
El sexo salvaje y violento con una persona a la que, no solo, no la quiera, sino que la desprecie es el afrodisíaco más potente que he probado en mi vida y tengo que reconocer que lo disfruté y mucho.
No sabía en realidad de esto hasta que me pasó por los sucesos que les cuento a continuación. Este relato no es un intento de justificarme, de hecho no siento culpas por lo que pasó, siento que quizás el daño más irreparable lo recibí yo.
Ella era lo que puede definirse como una persona problemática y desbocada, de 16 años, sin control de su vida y muy llamativa físicamente, 110 de busto, 65 de cintura y 100 de cadera en 1,70 de altura, enormes ojos color miel y una sonrisa que podía matar. Abusaba de los escotes y las minifaldas.
Cuando me la presentaron en el boliche ella dijo.
-Me llamo xxxx pero todos me dicen….
-Maldita perra asesina. Interrumpí y todos rieron.
Yo era un pirata viejo tratando de encontrar algo que renueve mi entusiasmo por el sexo, cansado de situaciones idénticas con distintas personas y de buscar parejas y no toparme con nada realmente bueno, la combinación en su momento me pareció certera.
Ella con un entorno familiar problemático por no decir caótico; yo con una filosofía de no pensar en mañana ni en consecuencias y el resultado esperado…. Al poco tiempo ella estaba viviendo en casa.
Hasta allí todo bien… mucho alocamiento, mucho alcohol, sus 16 no eran precisamente inocentes y su cuerpo, hay que reconocerlo, era exuberante. Solo era problemático el sexo anal por cuestiones de dolor, nunca logré que se relaje y mi miembro dista de ser pequeño así que era muy espaciado y rara vez llegaba a terminar.
Con el tiempo, no mucho, comenzaron los problemas de convivencia gestados por una mente conflictiva y de 16 años. Sus planteos eran irracionales, ilógicos y fue imposible lograr que entrara en razón, por lo que la convivencia se volvió un verdadero infierno de gritos y situaciones violentas, no hubo golpes pero si empujones, zamarreos y roturas de cosas.
Extrañamente por mi mente pasaban dos cosas, una era que la pareja estaba terminada y que debía resolver eso, por otro lado, en cada pelea yo me excitaba muchísimo, me imaginaba forzándola a tener sexo y sodomizándola violentamente y casi no podía contenerme, en esos momentos me iba de la casa para enfriar las cosas pero con cada nueva pelea me costaba más lograrlo. Mientras caminaba para despejarme en mi mente se gestaban fantasías de sexo salvaje y cada vez con más fuerza una idea cruzaba mi mente… ¿Por qué no?... ¿Qué puede pasar? ¿Qué se vaya? Sería mejor así… pero al rato me calmaba y la idea se esfumaba.
Toda mi vida fui, y ahora lo sigo siendo muy respetuoso de la mujer en el sentido de la violencia física, jamás había llevado ninguna pelea a un plano físico ni había manipulado una situación, mi único castigo a una mujer era dejarla y punto, pero por otro lado, nunca había tenido hasta ese momento una relación en la que mi pareja generara la violencia como en este caso.
Era muy frecuente que ella se me tirara encima tratando de pegarme y yo me limitaba a sujetarla para que se calme, a veces comenzaba a gritar que la suelte y en esos momentos le tapaba la boca con la mano porque no quería que los vecinos escucharan el escándalo, mientras le pedía que se calme…. Siempre en esos momentos tuve erecciones que llegaban a dolerme y al hecho de sujetarla y callarla se sumaba la necesidad de evitar que ella notara eso porque me parecía a mi mismo vergonzoso, no sabría como justificar mi estado de excitación mientras tenemos una pelea.
Las cosas seguían por ese curso…. Al menos dos veces por semana teníamos una de esas peleas y yo sentía que estaba cada vez más cerca de perder el control.
El sexo a ese punto era ya muy poco y de mala calidad por la mala relación que teníamos y las discusiones iban tomando un matiz patológico.
En las últimas situaciones ella al ya haber comprendido que no podía golpearme optaba por golpearse a ella misma, le pegaba a la pared al punto de generase lesiones por las que más de una vez terminamos en el hospital, la situación ya no solo me preocupaba sino que me asustaba, esto podía en algún momento terminar muy mal.
Una noche mientras cenábamos decidí terminar con esto que yo consideraba una tortura y además un peligro, se hablé lo más tranquilo que podía y le expliqué que la pareja era un error, que nunca íbamos a lograr llevarnos bien y que nos estábamos arruinando la vida los dos…. Fue una explosión, entre gritos y llantos comenzó a tirar todo de arriba de la mesa, a patear las cosas y no dejaba que la agarre. Cuando finalmente pude sujetarla en el piso comenzó a golpearse la cabeza contra el piso por lo que la solté.
El tema se me iba de las manos y la excitación del momento también, como pasaba siempre, no podía dejar de mirar que solo tenía puesto una musculosa y la bombacha y mientras gritaba y caminaba sus pechos se movían asomándose por los costados de la remera, podía imaginarme arrancándole la ropa y tirándola al piso para abusar de ella, en ese momento y mientras yo ya casi no escuchaba lo que gritaba tomó un cuchillo y trató de cortase la muñeca, alcancé a sujetarla y en ese momento perdí por completo el control…. Todo lo que pasó después fue como una película en la que yo era el testigo pero no tenía control de la situación.