Todas las noches revisaba mis archivos buscando una inspiración, un método de palanca para usar y no lo encontraba hasta que un día vi a una de las mujeres habitué del bar con su computadora chateando y lo entendí.
El itinerario de todos los Lunes miércoles y viernes era el mismo, llegaba al bar entre las 10 y las 10:30, prendía su computadora y se ponía a chatear, se notaba claramente esto por sus actitudes, sonrisas, y demás expresiones entre que escribía y leía. Era una mujer joven, de unos 30 años y se la notaba muy pendiente de su estética, delgada, el pelo rubio oscuro teñido hasta los hombros, con un lacio que no parecía natural, un bronceado no acorde a la primavera que se vivía y con implantes mamarios.
A las 13 hs aproximadamente llegaba su marido, un hombre de 50 años o algo más, semicalvo, de hombros pequeños y barriga prominente aunque era delgado, gruesos lentes y siempre vestía camisa y corbata, traía un niño de unos 13 años con él que extrañamente no se le parecía en nada pero si a la madre. Almorzaban allí, ella hablaba mucho con el niño y casi nada con él, a las 14 o 14:30 hs salían del lugar y se alejaban caminando.
Ella era el blanco elegido, no solo por la información que tenía sino porque realmente me daba deseos de poseerla.
Los datos importantes que sabía hasta ahora eran:
No besaba a su marido en los labios.
La diferencia de edad era muy grande
Las características estéticas muy discordantes
El se encargaba de buscar al hijo mientras ella chateaba en un bar.
Tenía que indagar más, era viernes 15 de septiembre del 2006, no la vería hasta el lunes.
Ese fin de semana terminé los ajustes en casa, probé las cámaras y el software de control, todo funcionaba perfectamente, comenzaban a grabar cuando había movimiento y se detenían 5 minutos luego de que nada se moviera en la habitación tal como estaba programado. Destapé una botella de vino, estaba muy entusiasmado con el entorno y tenía ganas de probarlo en la realidad, en funcionamiento aunque no con una víctima ya que eso iba a requerir de más tiempo.
Mientras tomaba el vino hice una selección de música y comí algo mientras terminaba de ordenar todo para que estuviera perfecto.
Me tiré un rato en el sofá a descansar antes de comenzar a elegir la ropa para la noche. Una camisa gris sport con un vaquero y zapatos, amplio espectro que le llamo, no sabía adonde iría, ni a quien conocería.
A las doce de la noche tomé uno de los celulares, me peiné y salí… tenía una lista de 4 lugares conocidos para ir pero no me decidía, llamé a uno de esos conocidos de la noche al que bajo ningún concepto llamaría amigo, en realidad a nadie llamaría así, pero que siempre se encargaba de las relaciones públicas de distintos lugares para que me indique donde podría ir.
-Hola ¿Gonzalo?
-¿Quién habla?
-Rafael…
-Hola!!!! ¿Como andás tanto tiempo?
-Bien… me pelié con mi novia… ¿adonde se puede ir esta noche?
-Llamaste a la persona justa jajaja venite para Blue Velvet que inauguro una barra nueva hoy, van a estar todos….
-Dale… ¿a que hora?
- Venite ahora que ya van a empezar a caer todos…. Tenemos una picadita y toca una banda.
- OK voy para allá.
Aceleré y me dirigí hacia el boliche. Cuando llegué lo volví a llamar para que me haga entrar y salió en seguida, me saludó como si fueramos grandes amigos, típico de los relaciones públicas, una actitud que detesté toda la vida pero que en estos momentos me era útil por lo que le respondí tan efusivamente como él.
Entramos y un grupo de personas rodeaba la barra hacia la que nos dirigíamos, seis mujeres y dos hombres, conocía aunque no íntimamente a una de las mujeres y a uno de los hombres, no recordaba muy bien de donde pero el se llamaba Javier y ella Luciana, pero ni siquiera estaba del todo seguro de eso, todos tenían tragos en las manos y se reían de todo, parecía ser que habían tomado bastante ya, lo cual me resultaba raro porque media hora atrás aún no habían llegado.
Cuando estabámos a un par de metros Javier me ve, extiende los brazos y dice:
-Rafael… cuanto tiempo!!!!!!!!....
Sonreí tratando de evitar que se note la falsedad, ni siquiera sabía bien de donde demonios lo conocía, pero no era momento de pensar en eso…. Tenía una labor por delante, lo abracé y saludé al resto del grupo, opté por correr el riesgo y cuando besé a Luciana en la oído le dije su nombre, ella me miró y dijo:
-No pensé que te acordabas de mi nombre…. Fue hace tanto….
-Hay cosas que no se olvidan fácil .Contesté y seguí saludando al resto.
Luego de eso ella iba a ser obviamente la elegida pero no quería encasillarme aún, no era la mejor opción del grupo, tenía las caderas anchas y el pelo corto cosa que no eran de mi agrado pero no quería fallar, tenía que probar mi casa esa noche, además tenía dos enormes ojos celestes y una cara muy agradable.
Gonzalo desde el otro lado de la barra hacía chistes idiotas que todos festejaban mientras pasaba tragos al grupo, no podía estar seguro de si todos eran unos imbéciles o solo le alimentaban el ego para recibir alcohol gratis.
Las charlas eran totalmente grupales y banales, yo evitaba tomar en demasía porque necesitaba mi lucidez por lo que intercambiaba tragos con otros y con vasos de la barra para que pareciera que tomaba como todos, al tiempo que me comportaba como los demás lo mejor que podía, hasta que llegó la banda y comenzó a tocar, eran las 1:30 hs.
Era complicado de soportar, charlas idiotas con idiotas que fingían ser amigos entre todos sumado a un grupo que hacía covers de un grupo melódico que nunca soporté con un cantante que no podía desafinar más de lo que lo hacía aunque tratara. Comenzaba a pensar si valía la pena, miré a Luciana y noté que ponía una graciosa cara de asco cuando miraba a la banda.
Me acerqué a su oido y le dije:
-Nunca pensé que me gustaría ser sordo…. Hasta hoy…
Se rió.
Le dije que me iba a la barra de adentro, la cual tenía música propia ya que estaba en otro sector del boliche, porque no soportaba más esta tortura, y me dijo:
-Pero la bebida gratis está acá.
Ese era su punto débil…. Tomar… demasiado fácil pero aceptable.
-Allá también le dije, la tomé de la mano y comencé a caminar hacia adentro, lo importante era, por un lado separarla del grupo y por otro darle de tomar.
A mitad de camino la pasé adelante mío para poder ver que nivel de alcohol tenía ya en el organismo, caminaba apenas tambaleando pero medía mucho sus pasos, tomaba mi mano fuerte para buscar equilibrio y la otra mano estaba semilevantada como en alerta para sujetarse de alguien si trastabillaba, faltaba poco…..
Llegamos a la barra y le pregunté que quería tomar, me pidió un Daikiri de durazno, un trago demasiado dulce para mi gusto pero que podía prepararse bastante fuerte sin que se le note y por otro lado yo no pensaba tomar más que un par de sorbos, pedí dos. Le pasé algo más de dinero al barman para que lo preparé más fuerte y volví con ella. Le dí un vaso y me quedé con el otro.
Le saqué el típico tema de conversación de dos personas que hace mucho que no se ven, es decir, que había sido de su vida en este tiempo, no importaba que había sido antes, lo cual tampoco sabía, el tema era que hable un rato y sobre todo que tome.
Comenzó a contarme sus desavenencias laborales, sentimentales y físicas como si yo fuera su psiquiatra, sin relación de continuidad, ni criterio, lo que pasaba por su intoxicada cabeza lo soltaba como si yo fuera a entender de que se trataba, o peor aún, como si pudiera llegar a importarme. De a ratos le agregaba de mi vaso al suyo para que el mismo no se vaciara. Pude rescatar en esos relatos incongruentes que tenía 27 años, trabajaba de secretaria de un abogado y vivía con dos amigas que estudiaban abogacía con ella, que los hombres no le duraban y que aunque estaba cercana a recibirse no estaba segura de que su carrera le gustara.
Mientras hablaba y a raíz de un pequeño empujón de un muchacho que pasaba por ahí comenzó a tambalearse y la abracé para que no se cayera, sentí sus pechos apoyados contra mi vientre y me excité, la mantuve así hasta que recuperó el equilibrio y me miró riéndose, la miré y la besé. Fue bello, fue dulce aunque un poco torpe de su parte, y su aliento despedía alcohol, por lo demás estaba bien.
Nos besamos un rato allí mismo contra la barra y quizás por cerrar los ojos o quizás por tener la cabeza hacia arriba, comenzó a marearse de más y me pidió que nos fuéramos afuera, que necesitaba aire. Accedí y salimos.
Su intoxicación era completa en ese momento, no podía caminar si no la sostenía ni podía hablar con claridad.
Estaba lista, no hacía falta seguir perdiendo el tiempo, eran ya las 2 am. La tomé por detrás y le dije:
-Estás destruida, vamos afuera a caminar un rato.
Se dio vuelta, me abrazó y me besó, y dijo,-Dale.
Salimos del lugar, y noté el embotamiento en los oídos cuando me alejaba de la música, salimos caminando por la costanera abrazados, ella posaba su cabeza en mi pecho y parecía que tuviera los ojos cerrados por la torpeza de sus pasos, pero podía ser el nivel de alcohol que traía. Como si fuera casual dirigí la caminata hacía donde estaba mi coche, a 200mt del lugar. Ella no hablaba y yo tampoco quise hacerlo, no tenía sentido, ella no podía hilvanar un pensamiento lógico a ésta altura.
Al llegar al auto desactivé la alarma y ella levantó su cabeza, me miró y dijo:
-¿A donde pensás llevarme?.
-A donde vos me digas. Contesté.
-Pero en mi casa están las chicas estudiando.
-En la mía no. Le contesté mientras abría la puerta del auto, ella se sentó sin decir una palabra.